viernes, 1 de agosto de 2008

El Rol de los Medios en la Dictadura

Volviendo un poco a lo que significa el oficio de ser periodista, transcribo aquí dos charlas que mantuve hace más de un año con dos periodistas que no son de los que se hablan en las escuelas de periodismo, pero que tienen el respeto de todos en las redacciones. Oscar Raúl Cardoso, experimentado periodista de internacionales (a la derecha de su pantalla tienen un link a su blog, Afuera y Adentro), y Carlos Eichelbaum, especialista en peronismo, entre otros muchos temas políticos. La idea en aquel entonces era hablar sobre el rol de los medios durante la dictadura, un tema que está aún vigente porque no hubo autocríticas al respecto. Para no abrumarlos, pongo primero la de Oscar Raúl Cardoso.


¿Qué rol cumplieron los medios de comunicación durante la última dictadura?

En la mayoría de los casos, en la más piadosa de las evaluaciones, socios del silencio. Estamos hablando de las empresas, porque en el terreno de los periodistas tenías una gama que iba desde el silencio en desagrado hasta el ser colaboracionista. Pero las empresas fueron, efectivamente, socias del silencio hasta que comprendieron, alrededor de la Guerra de Malvinas, que el régimen se desmoronaba y, como hacen siempre, tomaron distancia.

¿Por qué la sociedad no lo percibió así?

Es algo que a mi todavía me resulta asombroso, cómo las sociedades decidieron no cobrar ningún precio por esa complicidad, que fue mucho más intensa que en otros casos. Los diarios brasileños después del golpe en los 60’ tuvieron dentro de sus redacciones censores militares y cada vez que levantaban un material lo remplazaban por una receta de cocina o con una foto de un animal salvaje, dando testimonio, diciendo ‘este espacio estaba dedicado a una información que no quieren que ustedes conozcan’. En el caso de Argentina no hubo censores militares en los diarios: hubo una volitiva cooperación de las empresas, sumada en algunos casos a la militancia pro régimen de algunos comunicadores.
Lo que me llama la atención es que de arranque los medios estuvieron en condiciones de travestirse, tomar distancia y resultar creíbles. Ustedes van a las encuestas de 1974, 1985, van a encontrar que en general el periodista tenía un nivel muy alto de credibilidad y de confianza pública que no se condice con la acción en los años del régimen. Yo creo que esto es porque los diarios aprendieron rápidamente a despegarse y comenzaron a descifrar la realidad: empezamos a enterarnos de los detalles de lo que sucedía en esos años –todo el mundo sabía más o menos lo que pasaba— y los diarios supieron cumplir esa función de decodificar esa realidad, con lo cual se les asignó un prestigio inmerecido que los medios aprovecharon, y aprovechan aún hoy, para hacer intentos encubiertos de reemplazar a los poderes tradicionales: son jueces, son legisladores.
De esto hay que buscar explicaciones más profundas de las que estoy dando yo, pero por primera vez en el horizonte, ayer estaba leyendo una encuesta entre los jóvenes que hizo una de las cátedras de sociología de la Universidad de Buenos Aires, el periodismo está poco menos que destruido en la credibilidad, esto es entre jóvenes. Así que me parece que hay un efecto retardado y algún costo empieza a haber para los medios.

Esa cooperación de la que hablas, que fue diferente a la de Brasil, tiene que ver porque fueron socios en proyectos económicos.

Claramente que fueron socios en proyectos económicos. La sociedad argentina había llegado, en medio de la confusión y del caos, a un nivel de pensamiento critico que había que quebrar. Eso es lo que hizo la dictadura: no secuestró y mató a 30 mil personas, sobre todo, y esta es la herencia con la que vivimos, quebró la medula del pensamiento crítico de la sociedad, y en esto la dictadura fue exitosa. Las corporaciones económicas, cualquiera fuera su dimensión –me refiero a las empresas periodísticas—, eran socios y beneficiaron de esta situación.

De qué serviría una autocrítica sobre el rol que cumplieron en el pasado para reposicionarse en la actualidad, si crees que es posible.

ORC: En algunos estudios de opinión, es parte de un fenómeno más grande que no puedo asegurar, creo que el periodismo en general va a tener que iniciar una forma de autocrítica acerca de su rol, no me queda claro cómo. Vamos a ser honestos: esta actitud de socios del silencio es una cosa que después se perpetuó en el tiempo en los gobiernos democráticos, incluyendo este que coopta comunicadores y periodistas vía el dinero. Así que me parece que hay que hacer una autocrítica, que sería bueno, pero no hay ámbito donde se genere hoy alguna forma de crítica responsable acerca de los múltiples roles que cumplió e intenta cumplir la prensa. Pero no va a ser una cosa que los periodistas, no ya las empresas, hagamos por motus propio. Lo haremos si la sociedad nos condiciona a dar explicaciones, y lo hace de forma terminante, vamos a tener que darlas, pero no veo espíritu autocrítico.

Y los medios…

Los medios es mucho más difícil: es un problema de contabilidad y de política. Además qué son los medios. Cuando yo ingresé a Clarín era un diario de una familia, hoy después de 28 años es un conglomerado de negocios, es una corporación. Es una mezcla de la comunicación, con el papel, con el negocio de espectáculos, es imposible para mí determinar. Esto hace que cada vez sea más complejo, por un lado la concentración de la propiedad. No veo a las empresas queriendo explicar nada, ni sintiendo que tienen que explicar nada.
Los medios actúan, bueno lo hacen con la justicia, como sucedáneos de los partidos políticos. La crisis de las representaciones tradicionales también le llegó a los partidos. Y los medios ocupan cuanto lugar vacío les dejes, después la gente los corre, los corrige, pero en principios no hay límites.

Abandonaron ese rol de comunicación…

Son empresas que no tienen que darle cuenta. Lo más importante termina siendo su balance anual, sobre todo cuando diversifican de esta forma sus intereses.

Cree que así como se depuraron las Fuerzas Armadas se puede dar una situación similar con los medios de comunicación.

Las Fuerzas Armadas son un brazo del Estado. No hay manera de hacerlo con la prensa. Una de las cosas que me molesta de Kirchner es este estilo de lamento en su confrontación con los medios, siempre está lamentándose de que es una victima de las líneas editoriales que buscan otras cosas, lo que cual es efectivamente cierto. Pero vos no podes quejarte por algo que buscaste, y no podes llorar frente a cámaras y micrófonos porque no tenés el poder de modificarlo.

No podes extender diez años las licencias y después quejarte…

Exacto, nadie te obligó a hacerlo, es parte del juego. Y no hay facultades como las que tiene como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que digas lo que digas los militares tienen que hacer saludo uno, saludo dos. Esto con la sociedad civil no se puede hacer, aún con los focos de poder económico no se puede ejercer tanta firmeza. Hay un proceso de depuración que se va a cumplir, de hecho de los comunicadores que eran colaboracionistas con el proceso militar quedan muy pocos: se jubiló o se está por jubilar Claudio Escribano de La Nación. Hay un proceso biológico de cierta depuración, y los que vienen más nuevos no tienen ese pecado original. Pero no se puede hacer comprando periodistas, porque todos los gobiernos democráticos han preferido promover la alcahuetocracia frente a la meritocracia. Y la lealtad del alcahuete es la menos efectiva en el mediano plazo.

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