martes, 26 de agosto de 2008

(In) Feliz Día del Niño

La asunción del presidente de Paraguay, Fernando Lugo, horas antes de que en ese país latinoamericano se celebre el Día del Niño es una clara señal de qué es lo que no debe volver a suceder entre pueblos de la región. El 16 de agosto de 1869, las tropas argentinas y brasileñas a cargos de los generales Emilio Mitre (sí, familiar mío) y José Antonio da Silva Guimaraes avanzaron sobre terreno guaraní para enfrentarse contra sus pares paraguayos en lo que se llamo el Combate de Acosta Ñu. Ese día, 3.500 chicos paraguayos se disfrazaron de adultos, se pintaron los bigotes para demostrar bravura, y enfrentaron a las tropas argentinas y brasileñas, compuestas por más de 20.000 hombres.

Más allá del hecho puntual, que demuestra la valentía de unos y la cobardía de otros, lo cierto es que la Guerra de la Triple Alianza es considerada por muchos historiadores como un enfrentamiento de características similares a la Guerra Civil de Estados Unidos: un bando industrialista y otro agrícola. Al norte del gran continente americano ganaron los industrialistas y al sur los agrícolas, que bajo la bandera del libre comercio masacraron a la población en edad de trabajar de un país que había empezado a desarrollar su industria. Los ejercitos latinoamericanos mataron en la Guerra de la Triple Alianza al 75.75 por ciento de la población: sólo quedaron vivos 14 mil hombres y 180 mil mujeres.

La industrialización del Paraguay, que fuera el único país en fomentar desde entonces industria energética y siderurgia nacionales (al punto de establecer ferrocarriles y viales íntegramente producidos por el país), no estaban en consonancia con la política británica (y posteriormente de los Estados Unidos) de restringir a los países latinoamericanos a la producción de materias primas y la importación de productos industriales elaborados en esas naciones ya desarrolladas. La industrialización y el proteccionismo económico-comercial del Paraguay significaban el nacimiento de una probable potencia económica y el arrastre de otras naciones a políticas nacionalistas y patrióticas que podían llevar a una verdadera independencia económica de América Latina y terminar con el dominio británico sobre su economía y política.

En la Argentina de aquel entonces hubo numerosas oposiciones a la Guerra de la Triple Alianza, que fueron acalladas todas ellas. Las consecuencias del triunfo del sector que pugnaba por el libre comercio para fomentar la exportación de materias primas frente a aquel que proponía el desarrollo del mercado interno para lograr la industrialización de la región se puede vislumbrar, por ejemplo, en el conflicto que recientemente enfrentó al campo argentino con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

La misma Presidenta dijo en un sonado discurso que la Triple Alianza fue una “Triple Traición a los intereses de Latinoamérica frente a los imperialismos”. Con la asunción de Lugo, para que las palabras de Fernández de Kirchner no sean sólo palabras, se debe replantear la política de los dos socios mayoritarios del MERCOSUR, Argentina y Brasil, con respecto a los intereses de Uruguay y Paraguay, cuya sociedad civil ve la integración como una nueva forma de avallasamiento (tal se demostró en la Cumbre de Jefes de Estado y en la Cumbre de los Pueblos, a mediadios de 2007).

Unos 120.000 niños menores de cinco años murieron de hambre los últimos diez años en América Latina y el Caribe, pese a que la región produjo un tercio más de los alimentos que necesitó, según cifras oficiales de los gobiernos. Si esta situación no cambia, nunca llegará el momento en que todos los países latinoamericanos podamos festejar el Día del Niño el mismo día, el día en que se termine la desnutrición infantil.


Acosta Ñu

Allá en mi tierra bordeando el monte
se extiende el campo de Acosta Ñu
llano florido que en su silencio
recuerda aquella guerra guasu.

Cruzan sus valles viejas trincheras
llenas de gloria tradicional
como el setenta se alzan las sombras
de aquellos bravos del Paraguay.

Yo quisiera cantarte tu heroico pasado
la gran epopeya de un pueblo viril
pedacito de tierra color de esperanza
reliquia de gloria y honor guaraní.

Jukyry va surcando tu valle dormido
fue el mudo testigo de tu kurusu
y en cien luchas tenaces, su cruel resistencia
pusieron los héroes de tu Acosta Ñu.

Pechos de acero y corazones
escalonaron py´a guasu
y hasta los niños de sangre joven
dieron en aras de Acosta Ñu.

Niños, ancianos, todos cayeron
al juramento de “antes morir”
solo una cosa quedó en su puesto
la raza heroica del guaraní.

Federico Riera

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